viernes, 10 de julio de 2009

1 TÉCNICAS DE ENTRELAZADO Y LIBRES. CUALIDADES GRÁFICAS DE FIBRAS E HILATURAS

GENERALIDADES

Programa
OBJETIVOS:
-Conocer las técnicas de entrelazado.
-Experimentar y analizar técnicas libres para composiciones textiles no tejidas.
-Saber utilizar las cualidades gráficas de fibras e hilaturas.
-Saber utilizar las propiedades de fibras e hilaturas.
-Desarrollar las capacidades de improvisación, experimentación y creación artística.
CONTENIDOS:

-Técnicas de entrelazado.
-Técnicas libres.
-Cualidades gráficas de fibras e hilaturas.
-Propiedades de fibras e hilaturas: caída y tensión.
DURACIÓN:
Introducción: 1 hora.
3 sesiones de composición: 3 horas.
Comentario crítico colectivo: 1 hora.
3 sesiones de composición: 3 horas.
Comentario crítico colectivo: 1 hora.
3 sesiones de composición: 3 horas.
Comentario crítico colectivo: 1 hora.
Conclusiones finales: 2 horas.
Total: 14 horas.
ACTIVIDADES:
-Charla introductoria con visualización de posibles ejemplos.
-Realización de composiciones rápidas en sesiones de 1 hora, al cabo de la cual cada alumno escogerá una de las composiciones realizadas.
-Se intercalarán cada tres sesiones de composición una de comentario crítico colectivo sobre los trabajos y experiencias realizados.
-Por último, se dedicarán dos horas a extraer las conclusiones finales.
CRITERIOS DE EVALUACIÓN:
-Saber aplicar las técnicas de entrelazado.
-Realizar correctamente y con limpieza composiciones textiles no tejidas.
-Saber utilizar las cualidades gráficas y propiedades de fibras e hilaturas.-Ser capaz de improvisar composiciones textiles dentro de un proceso de experimentación.


Refranes.
-Unos llevan la fama y otros cardan la lana.
-Poco a poco hila la vieja el copo.
-Poco se gana hilando y menos mirando.


Chiste.
Simbología.

Trabajo.
Todo trabajo ejecutado con buena fe, constan­cia y conciencia de colaboración en la obra ge­neral puede revestirse de un sentido místico y simbólico. Una leyenda cuenta que un zapatero oriental llegó al estado de santidad porque, al coser las dos capas de suela de los zapatos, cons­tantemente, “unía lo inferior a lo superion”. En cierto modo, el trabajo es asimilado aquí a la la­bor lenta y paciente del alquimista que espera la transmutación menos de sus operaciones que de su actitud espiritual respecto a ellas y de su don de sí mismo a la empresa que realiza.(*)

Cordón umbilical.
Conducto que infunde vida a la criatura en el vientre materno, por lo que, en el momento del parto, se le considera un objeto maravilloso que debe ser conservado; así se ha hecho durante siglos, ya que era costumbre cortar un pequeño trozo, dejarlo secar y guardarlo en una bolsa de la que muchas perso­nas no se separaban nunca. Al cor­dón umbilical de gemelos se le atribuyen virtudes curativas por contacto, ya que, entre otras cosas, elimina los dolores de vientre. En muchos lugares el cordón umbilical se tomaba con cuidado, se enterraba en un lugar al que no tuviesen acceso perros u otros animales, pues que estos se apo­derasen de el tendría consecuen­cias nefastas para la criatura o lo convertiría en un ladrón.(***)

Cabello.
El cabello humano, que refleja en su aspecto la salud del individuo y que se pierde conforme se acerca la senectud, es un tradicional símbolo de la energía vital del hombre. De ahí parte la inter­pretación que comúnmente se suele dar a la historia bíblica de Sansón y Dalila (re­lato que tiene sus paralelos en otras cul­turas, como la china). Pese a ello, algunos estudiosos han señalado que la cabellera de Sansón no constituye un símbolo de su fuerza sino de su relación con Dios. El motivo que lo explica es sencillo: por todo el mundo, los ascetas que buscaban estrechar sus vínculos con los dioses se alejaron de la civilización, dejando de lado el acicalamiento propio de ella y en­tregándose a costumbres naturales. Así, cabellos largos y ascetismo aparecen uni­dos en multitud de relatos o representa­ciones, como las del dios hindú Shiva o las de san Juan Bautista. El mismo senti­do guardarían los largos cabellos de los as­cetas egipcios y de los nazarenos.
Como estamos viendo, el aspecto de la cabellera tiene una gran importancia simbólica. El sentido positivo del pelo enmarañado es el que se acaba de describir, mien­tras que las interpretacio­nes negativas son las que lo emplean como distinti­vo del salvajismo; este sig­nificado sirve también para las cabelleras de ser­pientes de algunas divini­dades malignas (esta ima­gen añade una relación con las fuerzas oscuras de la tierra). En multitud de socie­dades el peinado ha sido un elemento de distinción social, hasta el grado de que muchos cortes de pelo quedaran reservados a grupos determinados. Por poner algún ejemplo, en Egipto los infantes se dejaban un largo pe­nacho en la parte derecha de la cabe­za y en la Francia medieval sólo reyes y príncipes podían dejar crecer su ca­bellera; también los guerreros japo­neses y los monjes cristianos emplea­ron formas distintivas de llevar el cabello.
El acto mismo de cortar el pelo recibió su carga simbólica. General­mente se entendió como señal de paso de un estado a otro (en los ritos de iniciación) o como apropiación de la fuerza de una persona. Así, entre los griegos se estilaba cortarse el pelo para preparar ceremonias iniciáticas, como la concesión de ciudadanía, las bodas o los entierros. Los antiguos egip­cios, por su parte, dejaban crecer sus ca­bellos al salir de viaje, y no lo cortaban hasta regresar. Como ya se insinuó, en otros lugares el corte de pelo representó una mutilación del poder del individuo. Por ello, los germanos afeitaban la cabeza a sus esclavos, costumbre que en la Edad Media occidental se empleó para castigar varios delitos.
En China los que habían sido rapa­dos tenían prohibido desempeñar deter­minadas funciones públicas. Un sentido muy similar adquiere el famoso corte de la cabellera que practicaban algunas tri­bus de indios norteamericanos.
Pero el cabello, en cuanto representa­ción del individuo, también ha sido un material muy empleado para crear amule­tos, conjuros, etc. De las mismas conside­raciones parten las numerosas reliquias del pelo de santos cristianos.
Antes de finalizar no se puede ignorar que el cabello también ha sido una pode­rosa arma de seducción femenina. Por ello, los primeros cristianos prohibieron a las mujeres entrar en las iglesias con el pelo descubierto y durante siglos la alegoría de la lascivia se representó con pelo largo.(****)

Vello.
Mientras la cabellera, por su situación en la ca­beza, parte superior del cuerpo humano, sim­boliza las fuerzas espirituales, correlativas a lo que en el simbolismo de las aguas se denomina «océano superior», el vello equivale al «océano inferior», es decir, a la proliferación de la po­tencia irracional del cosmos y de la vida instin­tiva. Por esta causa, los sacerdotes de muchas religiones se depilaban enteramente, entre ellos los egipcios. También por esta razón se repre­sentó al dios Pan -prefiguración del diablo-con las patas velludas. Pese a lo antedicho, en algunas tradiciones todo cabello tiene carácter maligno.(*)

Vellocino de oro.
Siendo el cordero símbolo de la inocencia y el oro el de la máxima espiritualidad y de la glo­rificación, el toisón o vellocino de oro signifi­ca que aquello que buscaban los argonautas era la fuerza suprema del espíritu por la pureza del alma, la cualidad del medieval sir Galahad, el caballero del santo Graal. Es por consiguiente una de las modalidades más evolucionadas del simbolismo general del tesoro.(*)
Según la mitología griega, el vellocino de oro constituye el objetivo en las aventuras de Jasón y sus compañeros, los argonautas. En él se unen los sentidos del oro y el carnero, generando una magnifi­cación del poder de la inocencia, de las fuerzas naturales que no han sido ensu­ciadas por el hombre. Así, el vellocino de oro es un símbolo de gran elevación espi­ritual (se recalca al hacerlo pender de un árbol similar al Árbol de la Vida). Pero como ningún logro trascendente es gra­tuito, un dragón, el subconsciente y los miedos del héroe, se convierten en la principal amenaza para alcanzarlo. De esta imagen mítica medieval se creó la del toisón de oro, emblema de la orden homónima, fundada en 1429 con el obje­tivo de proteger a la Iglesia cristiana.(****)

Arco.
El arco de Shiva es el vehículo de su energía, no menos que el lingam. Este simbolismo im­plica profundamente la idea de tensión, como lo vio claramente Heráclito, y concierne a la fuerza vital o espiritual. Benoist señala que, co­mo atributo de Apolo, el arco y las flechas sim­bolizan la energía solar, sus rayos y su potencia fecundante y purificadora. Igual sentido tie­ne la ballesta, aún más completo por incluir, al margen de las flechas, la coniunctio del travesaño y el arco.(*)


William Morris.


"He intentado fabricar objetos auténticos en lo que concierne a los materiales de que están constituidos, hacer que las estructuras de lana se acerquen lo más posible al espíritu de la lana y que las de algodón se aproximen cuanto esté en mi mano al del algodón, para utilizar a continuación simples tintes naturales, en la medida en que todos ellos son bellos sin que sea necesaria la intervención del arte".
"No debéis olvidar nunca la naturaleza del material con que trabajáis; este debe utilizarse siempre para aquello a lo que mejor se adapte. Si en vez de ser una ayuda para vosotros, os estorba, no lograréis aprender nada. Seríais como el poeta que se queja de la dificultad de escribir en verso. Las limitaciones inherentes al material deben ser motivo de placer y no de obstáculo; el creador tiene que conocer minuciosamente las características técnicas del procedimiento que utiliza, ya que de lo contrario la obtención de un resultado entraña una enorme dificultad. Por otra parte, las auténticas razones del arte decorativo son precisamente el placer obtenido del conocimiento de las posibilidades de un material determinado y su acertada utilización para sugerir (no limitar) la belleza natural".


Trucos de magia.

Las cuerdas se han utilizado tradicionalmente para la realización de trucos de magia. Cabría preguntarse por las razones que han atraído a los magos en su utilización.
La siguiente selección, pro­cedente del repertorio de un profe­sional, puede realizarse con escasa práctica.
La primera, pue­de realizarse en cualquier parte, con cualquier piolín y cualquier arandela. Se pide a un amigo que ponga sus dedos pulgares verticales y dirigidos hacia arriba, y se desliza sobre ellos un hilo anudado y pasado por una anilla, como se indica en la figura. El problema que se propone es retirar la anilla sin sacar el hilo de los de­dos del amigo.

He aquí cómo se hace: Con el me­ñique de la mano izquierda se en­gancha el hilo por X, y con el de la derecha se hace lo mismo en Y. La anilla queda a la derecha del opera­dor. X se dirige hacia abajo, pasán­dolo sobre Y, y al mismo tiempo Y se dirige hacia la izquierda, y arriba, de manera que se forma una lazada que se desliza sobre el dedo pulgar que queda a la izquierda del opera­dor. Se corre el anillo a la izquierda y se vuelve a enganchar el piolín en Z, punto que queda a la derecha del anillo (detrás del mismo), y la laza­da así formada se pasa también so­bre el pulgar que queda a la izquier­da del operador, de manera que este dedo sostendrá actualmente tres vuel­tas de hilo. Se toma el anillo con la mano derecha y se suelta la lazada formada en X, que todavía se sostiene con la mano izquierda; se tira suavemente del anillo, que saldrá con la mayor facilidad, quedando el lazo de hilo sostenido por los pulgares, como al principio.
Para el segundo truco, el prestidigitador exhibe algo que aparenta ser un anillo en­sartado en un cordón negro, que po­dría ser de zapatos. Las dos puntas de este cordón se pasan por el agu­jero de un carretel de hilo, como se ve en la figura.

Se hace que uno de los concurrentes sostenga las dos puntas del cordón, y en tales condi­ciones parecería imposible retirar el carrete del cordón por impedirlo la presencia del anillo; sin embargo, se da un tironcito, y tanto el anillo co­mo el carrete salen con toda faci­lidad, quedando intacto el cordón, que se ofrecerá al examen de los pre­sentes.
El secreto es éste: se pasa realmente el cordón por el anillo, como en la figura, y luego se hace la tram­pa, que consiste en atar ligeramente el cordón en el punto P, es decir, un poquito arriba del anillo; después de esto, la punta B se vuelve a pasar por el anillo, como en la fig. G. Si el hilo usado para hacer la pequeña atadura es del mismo color que el cordón, aquélla pasará inadvertida, siendo muy difícil que alguien des­cubra, sin un examen, qué es lo que en realidad se ha hecho. Todos que­darán convencidos de que el anillo es­tá "honestamente" ensartado en el cordón; ni la persona que sostiene las dos puntas del mismo tiene por qué sospechar que haya otra manipula­ción. Con un tirón dado al anillo se rompe el hilo de la atadura, dejan­do sueltos anillo y carrete. Al levan­tar el cordón para ofrecerlo al exa­men de los presentes, se podrá deslizar las manos, disimuladamente, a lo largo del mismo, lo que permitirá sacar lo que resta del hilito usado en la atadura. Se necesitan algunos experimentos previos para determinar exactamente cómo conviene hacer la atadura.
En el siguiente truco se comienza por pedir a uno de los presentes que ate las muñecas del operador con un cordón, en la forma indicada en la figura, pero sin incluir el aro; el cordón debe ajustarse bien. Por debajo de los nudos se desliza un cartoncito, y se los sella con lacre, rojo para un nudo y verde para el otro. Este detalle no tiene nada que ver con la prueba, pero es de gran efecto.
El operador invita a los presentes a tratar de deslizar las ligaduras de sus muñecas; comprobado que es im­posible hacerlo —a menos que tenga manos inusitadamente delgadas—, se insiste en destacar esta imposibilidad ante el público.
Se ofrece luego a la apreciación de los presentes una anilla grande, una especie de pulsera esclava, que po­dría ser de material plástico. Cuando todos la hayan observado, la toma el operador; se pone de espaldas a los demás, y cuando vuelve a enfrentar­los, la pulsera aparece ensartada en el cordón que le ata las muñecas, co­mo se ve en la figura. El secreto es simple: el operador tiene ya colocada en el brazo otra pulsera idéntica a la que entrega al público. Cuando da la espalda, la guarda en el bolsillo de su pantalón, y la que lleva en el brazo es deslizada sobre su mano, hasta el hilo.Esto no es más que el principio de la exhibición de habilidades. Compro­bado que los nudos siguen sellados e intactos, el operador se vuelve ha­cia un rincón de la habitación, o pa­sa por detrás de un biombo; cuando vuelve a aparecer, un instante des­pués, sus manos están libres y la li­gadura, que entrega al público, sigue con sus nudos sin tocar y sellados, como antes. Una vez más, la clave es absurdamente sencilla: la ligadura original ha sido cortada con una ti­jera que se lleva escondida, y lo que se entrega al público es un dupli­cado, que se tiene preparado en un bolsillo.
En el siguiente truco se comienza por pedir a uno de los presentes que ate las muñecas del operador con un cordón, en la forma indicada en la figura, pero sin incluir el aro; el cordón debe ajustarse bien. Por debajo de los nudos se desliza un cartoncito, y se los sella con lacre, rojo para un nudo y verde para el otro. Este detalle no tiene nada que ver con la prueba, pero es de gran efecto.
Y, por último, veamos una prueba de lucimiento, que puede constituir un interludio en una serie de juegos de otros tipos. Para ésta se necesita un aro fuer­te y rígido, de 45 a 50 cm. de diáme­tro y 8 cm., más o menos, de pro­fundidad (puede ser metálico, de un cartón grueso o de algún material plástico). Lleva éste la pequeña platafor­ma de madera q, y un anillo o gan­cho pivoteado del tipo ilustrado en r, al que se ata alrededor de un metro de cuerda, delgada pero fuerte. En la figura puede verse cómo, descri­biendo pequeños círculos con la ma­no, puede hacerse rotar el disco, des­cribiendo él también círculos parale­los al suelo.
Cuando se haya practicado sufi­cientemente este movimiento, que no tiene nada de complicado, en la pla­taforma de madera se coloca un vaso y se realiza nuevamente el mo­vimiento; la fuerza centrípeta man­tiene el vaso en posición. Si se desea, el vaso puede llenarse con agua co­loreada, y girará sin desparramar ni una gota del líquido. Parecería que es necesaria una gran habilidad, pero lo cierto es que la única habilidad que se necesita es para convencer a los presentes de que la prueba exige, realmente, alguna destreza.
Conviene practicar en un patio o jardín, y no con un vaso de vidrio, sino con una lata. El gancho o aro debe ser fuerte, especialmente si, introduciendo una variante, des­pués de algunos movimientos de pén­dulo se describen círculos verticales, haciendo girar el brazo extendido verticalmente en toda su longitud. Para esto tampoco se necesita nin­guna destreza especial, pero como siempre existe la posibilidad de que alguna parte del aparato falle, y no sería muy grato ver que el vaso lle­no de agua sale volando por los aires, es preferible atenerse a la demostra­ción tal cual se ilustra, forma que resulta perfectamente segura y efectiva.

Pelillos a la Mar.
Esta expresión se usa para indicar que dos personas se han recon­ciliado, olvidando el origen de su disputa o enfado. Su origen está en una antigua costumbre que ya se recoge en la Ilíada a propósito de la disputa entre Paris y Menelao a causa de la célebre Helena de Troya, esposa de éste último. Mientras tanto, los griegos y los troyanos -que deseaban hacer las paces dejando al margen a los dos contendientes- trajeron unos corderos para ser ofrecidos en sacrificio a los dioses, y como primera ceremonia les cortaron unos pelillos y los repartieron entre los príncipes tro­yanos y aqueos como señal de su deseo de amistad y de olvido de viejas rencillas (Ilíada, Canto III).


Salvarse por los Pelos.

Decimos que alguien se ha Salvado por los pelos cuando la suerte ha juzgado a favor de alguien que en el último momento se ha librado de un peligro inmediato y mortal
Es curiosa y real una anécdota que se localiza puntualmente en el año 1809 en el que se dictó una orden que obligaba a los marineros a cortarse el pelo. Hubo por ello una serie de quejas y protestas debido a la utilidad que tenía el llevar el pelo largo. Y entre ellas destaca la de mayor utilidad, que era la de salvar la vida al poder ser cogidos por el cabello si algún marinero, durante sus arriesgadas actividades, caía al mar. Una de estas quejas está recogida en la carta conservada en los archivos de la Marina y que los artilleros de Marina Manuel Calderón y Manuel Morales diri­gieron al rey José I:"Que siendo todo su estar en la mar embarcados y a cada ins­tante vense en el eminente riesgo de poderse ahogar; y no tenien­do pelo por dónde comúnmente se favorecen asiéndose de él; [...] pues no es costumbre a los Marineros por la expuesta causa se les haya nunca cortado el pelo; y que les pueda servir de engancho o agarradero en caso de peligrar en su destino en la mar..."


Tener Pelos en el Corazón.

Se dice que una persona tiene "pelos en el corazón" cuando es in­humano y poco sensible a los males ajenos. También significa te­ner grande esfuerzo y ánimo.
En la Historia natural de Plinio se lee que: "...ciertos hombres nacen con el corazón peludo, y esos son los más intrépidos: así fue Aristómenes Mesenio, que asesinó a trescientos lacedemonios. Cuando fue herido y hecho prisionero se escapó por primera vez por un agujero de la cantera donde estaba prisionero, por el estre­cho agujero que utilizaba un zorro. Una segunda vez tomó el fue­go de los de los guardianes mientras dormían y, quemándose, destruyó sus ligaduras. Hecho prisionero por tercera vez, los lace­demonios le abrieron el pecho estando vivo y vieron que su cora­zón estaba cubierto de pelos" (tomo 1°, libro XI, capítulo 37).
Con referencia a esta frase, existe otra bella leyenda que hace referencia a la vida de Antonio de Oquendo, marino nacido en San Sebastián en 1557, que luchó en Nápoles y que posteriormente al mando de las escuadras del Cantábrico combatió a los corsarios y derrotó a los sitiadores de las costas de Marruecos. Luchó en más de cien combates, distinguiéndose en la batalla naval de Pernambuco contra los holandeses. Durante las luchas en el Canal de la Mancha en el período de la Guerra de los treinta años su compor­tamiento fue glorioso y ejemplar. Derrotado en la batalla de las Dunas (1639) pudo regresar con las naves a España, donde cansa­do y enfermo murió en La Coruña en 1640. En el curiosísimo li­bro Averiguación de las antigüedades de Cantabria, Gabriel Henao, cuenta que cuando se dispusieron a embalsamar el cadáver de An­tonio de Oquendo hallaron su corazón cubierto de pelos.


El juego de la goma
Se juega con tres personas. Dos jugadores estiran la goma a la altura de los tobillos. El tercero realiza las diferentes figuras saltando. En caso de que falle, se cambia por uno de los primeros.
En caso de realizarlo con éxito, repetir el juego subiendo la goma a la altura de las rodillas, luego a las caderas, a la cintura, etc.

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